UN CAMINO DE TRANSFORMACIÓN IRREVERSIBLE

Un camino medio entre los extremos

Muchas de las grandes religiones del mundo hablan de la senda, o el camino, hacia la salvación, la liberación o la iluminación. El fundamento de la enseñanza budista puede expresarse en términos de las Cuatro Nobles Verdades, la cuarta de las cuales es la Verdad del Camino. Con el fin de encontrar el camino hacia la liberación completa e irreversible del sufrimiento y sus causas internas, Gautama abandonó su palacio real a la edad de veintinueve años y sufrió muchas austeridades antes de descubrir el “camino medio”, libre de los extremos de la indulgencia sensual y el ascetismo severo. Siguiendo sus pasos a lo largo de los siglos siguientes, los budistas han tratado de alcanzar el camino de la liberación y la iluminación, y de avanzar por él hasta su culminación.

Vivir y practicar de acuerdo con el Dharma

En el contexto de llevar una vida virtuosa, el budismo hace hincapié en el tema de la práctica del “Dharma”, un término que carece de traducción fácil a cualquier idioma europeo. Dedicarse a la práctica del Dharma implica adoptar una visión del mundo, formas de meditación y una forma disciplinada de conducta, todo lo cual conduce a una sensación sostenible y genuina de bienestar.

A Dharma-based worldview is one that is in accord with reality, specifically with respect to the true nature of suffering, the inner causes of suffering, the nature of freedom from suffering and its causes, and the path to such freedom (which together comprise the “Four Noble Truths”).

La meditación se refiere aquí a una amplia gama de métodos para cultivar niveles excepcionales de salud mental y bienestar mediante el entrenamiento de la atención plena, el samadhi (o concentración meditativa) y el esfuerzo entusiasta.

La conducta basada en el dharma implica seguir un modo de vida que esté en consonancia con la auténtica visión del mundo de cada uno y que apoye y nutra el cultivo meditativo de la mente.

Marga

Al dedicar la vida a la práctica del Dharma -es decir, al despertar una motivación firme para alcanzar el camino de la transformación irreversible hacia la liberación, al equilibrar la mente a través del cultivo del samadhi profundo y al obtener conocimientos clave sobre la naturaleza de la mente y de la realidad en su conjunto- se alcanza finalmente el Camino (en sánscrito, marga). Entonces, uno puede proceder de manera constante hacia la realización de su anhelo eterno de libertad y trascendencia, y nunca -en esta vida o en cualquier vida futura- volver a caer en el ciclo interminable y sin sentido del nacimiento, el envejecimiento, la enfermedad y la muerte.

Una mente estable

Pero, ¿qué hace falta para alcanzar realmente este Camino irreversible? Según milenios de enseñanzas budistas, uno de los requisitos indispensables para alcanzar ese camino es el desarrollo de una mente clara y estable. El logro pleno de este estado permite mantener las comprensiones clave sin dejar que se desvanezcan. Esta estabilidad mental apoya las diversas prácticas y cualidades necesarias para alcanzar cualquier camino.

El linaje que se enfatiza en nuestros Centros de Investigación Contemplativa, el linaje del visionario tibetano del siglo XIX, Düdjom Lingpa, sigue el Camino Mahayana. Para alcanzar este camino en particular, a lo largo del cual uno reúne, o “acumula”, el vasto mérito necesario para obtener una visión inquebrantable de la naturaleza última de la realidad, se dice que uno debe primero desarrollar una bodhicitta no artificial.

Una resolución natural

Esta bodhicitta, o la resolución de alcanzar la iluminación en beneficio de todos los seres sintientes, es un estado mental que, con esfuerzo, puede desarrollarse gradualmente. Pero para que se convierta en un estado mental no forzado, es decir, que surja espontáneamente como el trasfondo y la motivación de todas las actividades de uno, ya sea despierto o dormido, uno debe primero obtener un estado mental muy estable. En la práctica, ¿cómo podría uno mantener un estado mental tan vasto y extraordinariamente benévolo en una corriente constante, si la mente de uno no hubiera logrado todavía un profundo grado de estabilidad a través de la liberación de los cinco oscurecimientos, a saber, el hedonismo, la mala voluntad, la laxitud y la torpeza, la excitación y la ansiedad, y la incertidumbre aflictiva?

Por lo tanto, para realizar y mantener la bodhicitta no forzada, primero hay que alcanzar el estado de concentración cristalino, dichoso y no conceptual conocido como shamata, mediante el cual se someten esos cinco oscurecimientos y se accede a una dimensión más sutil de la consciencia. Esta es la mencionada estabilidad de la mente, la base indispensable para alcanzar cualquier camino.

Condiciones propicias

Como se ha comentado en la sección sobre los prerrequisitos internos y externos para alcanzar shamata, para conseguir un estado mental tan claro y estable a lo largo de las horas de vigilia y de sueño, hay que vivir en condiciones propicias para la práctica intensiva de un solo punto. Lo ideal es practicar en un estado de retiro silencioso, alejado de distracciones como la estimulación sensorial y conceptual.

Un énfasis único

Uno de los principales objetivos de los Centros de Investigación Contemplativa es proporcionar estas condiciones propicias, en las que los contemplativos dedicados puedan practicar de forma unipuntual con la aspiración y la intención de alcanzar este Camino irreversible, y luego viajar a lo largo de ese Camino, hacia realizaciones cada vez más elevadas del Gran Vehículo (o Mahayana). Aunque el logro pleno de shamata (técnicamente, “acceso al primer dhyana”) es indispensable para alcanzar el Camino, es comúnmente pasado por alto o marginado en la práctica budista actual. En nuestros CCR enfatizamos la práctica de shamata, complementada por el cultivo de los cuatro inconmensurables -compasión, bondad amorosa, alegría empática e imparcialidad- como nuestro enfoque para alcanzar el Camino y seguirlo hasta su culminación en la iluminación perfecta.