UNA MATRIZ DE EQUILIBRIO MENTAL

Más que una emoción o un estado de ánimo fugaz suscitado por estímulos sensoriales y conceptuales, sukha [bienestar genuino] es un rasgo perdurable que surge de una mente en estado de equilibrio y conlleva una consciencia conceptualmente no estructurada y no filtrada de la verdadera naturaleza de la realidad.

Richard J. Davidson, Paul Ekman, Matthieu Ricard, and B. Alan Wallace (2005),
“Buddhist and Psychological Perspectives on Emotions and Well-Being,”
American Psychological Society, 14(2), 60.

6 PASOS HACIA EL EQUILIBRIO MENTAL

1
Equilibrio conativo

El equilibrio mental se basa en primer lugar en la conación, es decir, en nuestras intenciones, nuestros deseos y nuestras aspiraciones. La conación es la facultad mental asociada a nuestro sentido del propósito y la voluntad. Se relaciona con nuestras ideas, nuestros valores y aquello por lo que consideramos que vale la pena luchar.

El equilibrio conativo se refiere a nuestra capacidad para discernir qué deseos e intenciones conducen realmente a nuestro bienestar y al de los demás. Podemos tener impulsos que, si se ponen en práctica, podrían llevarnos a una gratificación instantánea, pero con consecuencias que no resultarían tan buenas a largo plazo. Así, podemos aprender a reconocer qué deseos nos aportan beneficios a corto o largo plazo y cuáles son perjudiciales.

La inteligencia conativa nos permite establecer motivaciones, objetivos y prioridades sabias, y desarrollar aspiraciones que favorezcan nuestro propio bienestar y el de las personas y otros seres vivos que nos rodean.

2

Equilibrio Ético

La segunda dimensión del equilibrio mental se centra en el cultivo de la ética, o conducta sana.

El equilibrio ético incluye saber cómo actuar de forma que contribuya al bienestar social y medioambiental. Esto incluye elecciones que mantienen la armonía dentro de nuestras familias, comunidades y naciones, así como nuestras relaciones internacionales. El equilibrio ético también significa que alimentamos la armonía dentro de la ecosfera, aprendiendo a mantener una economía sostenible, sin contribuir a la degradación del medio ambiente.

La inteligencia ética no es simplemente una cuestión de conocimiento. Se basa en principios de regulación y equilibrio internos, y requiere el desarrollo, el discernimiento, la adaptación y la aplicación de nuestros valores internos y principios éticos en nuestra vida cotidiana. Tener en cuenta continuamente nuestros principios éticos es un significado fundamental del término “mindfulness”, es decir, tener en cuenta las formas en que podemos llevar un modo de vida no violento y benévolo.

Según el pensamiento budista, el cultivo de la inteligencia ética incluye el desarrollo de tres aspectos de la ética:

... una ética de la moderación - abstenerse deliberadamente de hacer daño real o potencial a los demás; una ética de la virtud - cultivar y mejorar activamente nuestro comportamiento positivo y nuestros valores internos; y una ética del altruismo - dedicar nuestras vidas, genuina y desinteresadamente, al bienestar de los demás.
—Su Santidad el Dalái Lama

Así, el equilibrio ético requiere la aplicación efectiva de nuestros principios éticos a todas las acciones de nuestro cuerpo, palabra y mente. Es decir, aplicamos la inteligencia ética a nuestras acciones físicas externas, a la forma en que hablamos y a la forma en que pensamos y desarrollamos nuestras intenciones en la acción. Con el tiempo, a medida que prestamos más y más atención a nuestras acciones, puede resultar evidente si la mente es o no la fuente principal de todo lo que hacemos y decimos.

3

Equilibrio Atencional

El tercer aspecto del equilibrio mental incluye el cultivo del equilibrio atencional. El equilibrio atencional se refiere a las cualidades de serenidad y claridad. Se define como la capacidad de mantener un flujo voluntario de atención con relajación, continuidad y claridad. La atención equilibrada es un componente clave para manifestar nuestras intenciones más elevadas y una mayor consciencia de nuestras sensaciones corporales, pensamientos y emociones, así como una consciencia atenta de otros seres sensibles y del entorno en general.

4

Equilibrio Cognitivo

La cuarta dimensión del equilibrio mental incluye el cultivo del equilibrio cognitivo o la capacidad de conocer con precisión el mundo de la experiencia sin omisión, proyección o distorsión. La cognición equilibrada formula la base de nuestras actitudes, creencias y elecciones: la capacidad de percibir las cosas tal y como son, sin hacer oídos sordos a la evidencia empírica y sin confundir la realidad con nuestras propias proyecciones.

5
Equilibrio Emocional

El quinto componente necesario para la salud mental es el equilibrio emocional. Se basa en la calidad de nuestra consciencia de los comportamientos, experiencias y desencadenantes propios y ajenos.

De hecho, cultivar el equilibrio emocional —evitando los extremos de hipersensibilidad y apatía — requiere la integración de los equilibrios conativo, atencional y cognitivo.

6
Equilibrio Espiritual

Proponemos que la dimensión culminante del equilibrio interior es la inteligencia y la maduración espirituales, una cualidad de bienestar que nos lleva a través de todas las vicisitudes de la vida y la muerte. Se deriva del conocimiento de nosotros mismos y de nuestra relación con la realidad tal y como es. Esto nos lleva a la liberación a través de la comprensión. Dicha comprensión, o inteligencia espiritual, sólo es sostenible en dependencia del cultivo previo del bienestar psicológico, derivado del cultivo de los modos de equilibrio precedentes. También se basa en el florecimiento social y medioambiental que se deriva del desarrollo de la inteligencia ética.

El cultivo de la inteligencia espiritual, que hace posible el equilibrio espiritual, incluye una exploración intencionada y deliberada de las profundidades más íntimas de lo que somos y de cómo nos relacionamos con el resto de la realidad. Incluye la búsqueda de enseñanzas probadas por el tiempo y de maestros cualificados que nos inspiren a seguir luchando por la felicidad genuina, independientemente de los obstáculos desalentadores. Integra prácticas de meditación para explorar la naturaleza real de la propia identidad, de modo que uno pueda descubrir gradualmente la verdadera fuente de todo bienestar y curación fundamental.

El cultivo del equilibrio espiritual incluye la comunicación continua con los maestros y los compañeros practicantes, la comprobación constante de uno mismo y de su práctica en relación con una comunidad de apoyo, y la emulación de los ejemplos establecidos en el pasado. Se centra en la verdad.

Como muchos sabios del pasado han enfatizado, la alegría más elevada -la eudaimonia más elevada, la cima, el pináculo- es una alegría dada por la verdad. Esta alegría proviene del descubrimiento de la fuente más íntima de bienestar y sabiduría. Esa es la dicha más elevada. Concuerda con el aforismo más antiguo de la civilización occidental, el Oráculo de Delfos: “¡Conócete a ti mismo!”.

Lograr Equilibrio Mental

A lo largo del proceso de cultivo de la ética y la sabiduría, existen los aspectos psicológicos concomitantes del florecimiento. Podemos encontrar el equilibrio mental identificando los extremos: reconociendo los desequilibrios. Cuando no estamos atrapados en los desequilibrios, lo que queda es el camino del medio. Este es un tema común que se remonta a las enseñanzas de Gautama, en el origen mismo del budismo.

El tema del equilibrio es fundamental en los sistemas asiáticos de medicina tradicional. La salud se consigue a través de un proceso de equilibrio, mientras que se entiende que la mala salud se produce debido a los desequilibrios: demasiado, demasiado poco o disfuncional. El formato propuesto de déficit, hiperactividad y disfunción es común a los textos médicos tibetanos y a los textos ayurvédicos indios, en los que se describe la constitución humoral del cuerpo (viento, bilis y flema). Estamos desarrollando activamente medidas de diagnóstico y remedios terapéuticos basados en un marco teórico propuesto que incluye estos seis tipos de equilibrio mental.